Por Gillles Dauvé y Francois Martin
El partido bolchevique se ha convertido desde hace cincuenta años en un objeto de predilección para la mitología de la Revolución rusa. Unos denuncian en él el modelo y el origen de los partidos “totalitarios”, “militarizados”, “burocratizados”, que “imponen su dictadura y ahogan toda libertad”. Otros celebran el “gran partido bolchevique”, “forjado por Lenin”, “punta de lanza de la revolución”… Ante un análisis cualquiera del partido bolchevique, la actitud más frecuente consiste, no en examinar qué valor tiene este análisis, sino en clasificarlo en un campo o en otro.