LAS MEDIDAS COMUNISTAS

LEON DE MATTIS

Traducida por Colectivo Brumario – Erik el-B.

Pensar un horizonte comunista

La comunización no es una profecía. No es el anuncio de un futuro inminente. La comunización no es otra cosa que un punto de vista sobre la lucha de clases en la actualidad. Se trata de esbozar a partir de la misma, o a través de sus límites y contradicciones, lo que podría ser hoy una revolución comunista.

Pensar un horizonte comunista implica partir del estado actual de las relaciones de clase producidas por la reestructuración, y entender por qué la perspectiva comunista que antaño servía, hoy no puede ser idéntica.

Hasta la década de los 70 incluída, se entendía mayoritariamente que el proletariado era una clase dominada que para alcanzar el comunismo debía convertirse en clase dominante. Ciertamente había múltiples perspectivas al respecto, a veces incluso contrarias entre sí. Algunas incluso pretendían romper con esta concepción dominante, pero estaban forzadas a posicionarse en relación a la misma. Parece inevitable que así fuera, no porque aquellas concepciones estuviesen necesariamente equivocadas, sino porque la realidad de aquellos años, esto es, la afirmación de un proletariado cada vez más fuerte, saltaba a la vista.

Los debates entre reforma o revolución, entre la inmediatez del comunismo o el período de transición (que podía darse antes o después de la victoria proletaria) se situaban en ese paradigma común. Es precisamente ese paradigma el que está en crisis en la actualidad.

La desaparición de una presencia de clase fuerte así como la desaparición del movimiento obrero, señala un punto de inflexión de primer orden en la lucha de clases. La pertenencia de clase ya no aparece como soporte de la identidad y base de una potencia posible. Lo hace como elemento separado de la vida de cada individuo y materialización hostil de la potencia dominante del capital.

Algunas teorías han afirmado que el concepto de lucha de clases ya no servía para referirse a la revuelta en el mundo contemporáneo. No obstante, la persistencia de la relación social capitalista y sus determinaciones (empezando por el valor) prueba que las clases no han desaparecido.  La teoría de la comunización no renuncia por tanto a la teoría de las clases, sino que la retoma en la época del derrumbamiento del movimiento obrero.  Para resumir, se puede decir que la comunización introduce tres ideas fundamentales: primero, la inmediatez del comunismo, o dicho de otra forma, la negación de cualquier período de transición. Segundo, el comunismo concebido como medio y fin de la lucha. Por último, la supresión de las relaciones de clase, y en consecuencia, del proletariado por su propia acción.

Es importante comprender de qué manera se conecta un elemento actual de la lucha de clases (el fin de la afirmación del proletariado y el declive de la identidad obrera) con una concepción determinada de la revolución (la supresión de las relaciones de clase por el proletariado). Esta perspectiva, un poco paradójica, resulta útil a la hora de buscar en el presente de las luchas aquellos elementos que ya anuncian la supresión de la relación social capitalista. Si la revolución es la supresión de las relaciones de clase y del proletariado mismo, entonces es también la actividad por la cual el proletariado se suprime a sí mismo. En la lucha de clases contemporánea, podemos encontrar situaciones paradójicas en las que un proletariado que pretende defender su propia condición termina por atacarla. Así se manifiesta la ambigüedad fundamental de la lucha de clases, reflejo de una contradicción inserta en las mismas formas sociales capitalistas: la lucha de clases puede conducir tanto a una recomposición de las relaciones de clase como a su destrucción. La teoría de la comunización propone pensar el comunismo desde la vinculación entre estas dos ideas (los aspectos de la lucha de clases actual que llevan al proletariado a atacar su propia condición, y una visión de la revolución como actividad que autodestruye a ese mismo proletariado).

El objetivo de la teoría no es la revelación del significado verdadero de las luchas. Tampoco se trata de actuar en el sentido de la “toma de conciencia”. Pensar la revolución y el comunismo no es una fórmula mágica que transforma el presente de las luchas en algo que no son. La cuestión es conseguir ligar teóricamente ese presente de las luchas a la producción posible del comunismo. Entendiendo que se trata de apostar por esas luchas, no por su expresión futura. Sin pensar la revolución, el horizonte de las luchas será necesariamente el horizonte del capital.  En el seno de una lucha de clases que se mueve en la ambivalencia entre el cuestionamiento y la recomposición de la relación clasista, el hecho de no tener horizonte revolucionario actúa sin duda en el sentido del segundo, esto es, de la recomposición de las relaciones de clase. Lo cual se traduce en la persistencia de mediaciones durante la lucha (cúpulas sindicales, portavoces, medios de comunicación, negociaciones, etc.), o en el caso de haberlas podido anular por algún tiempo, en su reemergencia cuando todo vuelve a la normalidad.

Elaborar una teoría de la revolución y el comunismo es por lo tanto una actividad producida desde y para las luchar. El triunfo de tal tarea no está garantizado en absoluto. La extensión de una teoría actual de la revolución (de su existencia más allá de un círculo restringido de teóricos y militantes) se dará únicamente si ésta sirve a los elementos que expresan la caducidad de las relaciones de clase. Esta teoría es necesariamente una apuesta porque constituye una toma de posición. Una apuesta racional ya que trata de producir una explicación de las luchas por sí mismas, pero una apuesta al fin y al cabo.

El comunismo como proceso, no como mundo alternativo

Como ocurre con la comunización, el comunismo tampoco es una profecía. Hablar de comunismo hoy es apostar por las luchas existentes. Por ello es indispensable rastrear en ellas los elementos que pudieran anunciar la producción del comunismo, en lugar de perderse en ensoñaciones sobre el futuro.  Dicho de otra manera, aquello que puede desplegar un horizonte comunista es en primer lugar la comprensión de cómo pudiera emerger desde el presente, en lugar de describir cómo sería en tanto que organización social ya realizada.

Pero hablar del comunismo en presente no debe confundirse con la idea de un comunismo en gestación, ya constituido en parte en los márgenes de la sociedad capitalista. El comunismo no puede existir por sí mismo en el mundo actual, ni como opción existencial o política, ni como forma de vida.

Hay que pensar el comunismo en presente pero no como un estado del presente. Es lo que permite la teoría de la comunización. En la comunización, la producción del comunismo y el comunismo se confunden. La comunización es una lucha contra el capitalismo mediante el comunismo, es decir, el comunismo aparece al tiempo como medio y como fin. Por tanto la perspectiva de producción del comunismo es al mismo tiempo la perspectiva del propio comunismo, pero un comunismo abordado desde el prisma de su producción. Podemos responder a la pregunta “¿qué es el comunismo?” únicamente dibujando las formas bajo las cuales podría producirse, y no describiendo su presunta forma acabada.

Con todo, la teoría de la comunización entraña algunas dificultades. Si el comunismo es el medio de la comunización, es necesario ponerlo en práctica desde sus inicios. Mientras que hemos afirmado que se trata de un proceso que se desarrolla en el curso de un período prolongado de tiempo.

Esta cuestión se zanjaba en la concepción marxista tradicional por la noción de “período de transición”. La forma social producida durante y después de la revolución no era directamente el comunismo sino una etapa intermedia, el socialismo. La comunización rompe con la noción de período de transición porque el comunismo es un medio de lucha en sí mismo. Por tanto, el comunismo es necesariamente inmediato aunque sea parcialmente.

La comunización toma formas en apariencia paradójicas: es al mismo tiempo inmediata y prolongada, completa y parcial, etc. Poder pensar la producción del comunismo implica contestar a estas preguntas.

La noción de medida comunista.

Es ahora cuando aparece la noción de “medida comunista” como forma elemental de la producción del comunismo.

La producción del comunismo no es otra cosa que la multiplicación y generalización de medidas comunistas tomadas durante el enfrentamiento contra el capital. Medidas que tienen por objeto precisamente hacer del comunismo en curso un medio de lucha.

El comunismo puede no ser inmediato, pero en las medidas comunistas aparece como tal. En las medidas comunistas, no hay etapas. El comunismo ya está en juego aunque no se haya desplegado por completo. La medida comunista hace desaparecer la brecha entre inmediatez del comunismo y tiempo necesario para su realización, sin abolir la necesidad de ese tiempo. Evita que la propia comunización sea entendida como un período intermedio entre el presente y el futuro comunista.

El término “medida” no debe inducir a error. Una medida comunista no es una receta, una ley, una ordenanza. No proclama ninguna norma a la cual haya que ajustarse. No decreta ninguna norma general e impersonal. La medida comunista alude por definición a quienes la toman. Tampoco se trata de una declaración de intenciones, o en todo caso no puede ser únicamente eso. La medida comunista es un acto. Contentarse con proclamar solemnemente la abolición del valor, de las clases sociales o del capitalismo no es una medida comunista. Compartir colectivamente los recursos tomados del enemigo o producir en común para abastecer las necesidades de la lucha contra el capital, puede ser una medida comunista.

Una medida comunista es una medida colectiva tomada en una situación concreta, según formas determinadas por la propia naturaleza de la medida. Las formas de decisión colectiva que desembocan en la medida comunista dependen de los tipos de medida: algunas necesitan de un gran número de personas y otras de uno pequeño. Algunas implican formas de coordinación y otra no. Algunas son el resultado de largas discusiones colectivas para las cuales no hay una forma determinada (asambleas generales, colectivos diversos, discusiones grupales) y otras pueden ser espontáneas. Lo que garantiza que una medida comunista no sea una medida autoritaria o jerárquica es su contenido y no el formalismo de su toma de decisión.

La medida comunista es un ejemplo de forma organizativa de la producción del comunismo. No es ni democracia directa ni autoorganización.

Una medida tal no tiene necesariamente autores, al menos no identificables: las medidas comunistas que se generalizan pueden haberse tomado simultáneamente aquí y allá, porque son sencillamente soluciones posibles ante un problema general.   Su origen se convierte rápidamente en algo imposible de detectar.  Cualquier instancia que se arrogara el poder de prescribir medidas comunistas a los demás estaría negando su propia capacidad de tomar medidas comunistas.

La medida comunista no es el comunismo por sí misma.  El comunismo no se realiza después de una medida ni de una serie de medidas. Pero el comunismo no es otra cosa que el resultado de numerosas medidas comunistas, característica del período de la comunización, que se insertan en una dinámica que termina transformando cualitativamente la organización general del mundo. No habrá una continuidad necesariamente: al contrario, es muy posible que se den avances y retiradas hasta alcanzar un punto de no-retorno en que la ruptura es tan profunda que la sociedad de clases no pueda mantenerse. El comunismo y la sociedad de clases son excluyentes entre sí. Antes del punto de no-retorno las medidas comunistas sólo pueden ser efímeras, existen únicamente vinculadas al espacio de la lucha de clases y se agotan si no se generalizan. Constituyen momentos donde está en juego el desborde pero no por ello está garantizado. La producción del comunismo no surge de golpe. Es perfectamente posible que un día se encadene una dinámica comunizadora que sea la traducción de una serie de medidas comunistas tomadas en el transcurso de luchas radicales y prolongadas, y que tal dinámica acabe siendo vencida. Y que más tarde renazca por doquier terminando con la sociedad de clases.

Generalización no significa uniformidad. Una medida comunista puede extenderse de muchas formas. Puede tratarse de la adhesión a una iniciativa comunista preexistente (para producir en común, para coordinarse, etc.) o de la adaptación propia de medidas tomadas en otro lugar. La medida comunista puede igualmente hacer suyas las prácticas, experiencias y solidaridades previas constituyendo al mismo tiempo una ruptura creadora con la herencia anterior.

Es preciso comprender correctamente el proceso de generalización de una medida comunista. Si la medida comunista se generaliza es porque responde a las necesidades de una situación determinada, y es por tanto una de las formas de respuesta (quizás no la única) impuestas por dicha situación (la intensa lucha contra el capital). El momento de la comunización es una situación de enfrentamiento caótico durante el cual los proletarios toman una cantidad incalculable de iniciativas para llevar a cabo su lucha. Si algunas de sus iniciativas se extienden, es que responden a una necesidad que desborda las diversas particularidades del enfrentamiento en curso. La elección entre las medidas que se generalizan y el resto está condicionada por una relación social que se derrumba bajo el peso de sus propias contradicciones. Únicamente ahí, en el momento de la generalización podemos hablar de medidas “impuestas por las necesidades de la propia lucha”, o de la revolución como “necesidad inmediata en una situación concreta” llevada a cabo por proletarios “empujados por las condiciones materiales”. En este aspecto la teoría de la comunización no es determinista y permite entender la producción de comunismo como una actividad.

Medidas comunistas y producción del comunismo

La medida comunista es la vertiente positiva del comunismo, del cual tenemos teóricamente una visión estrictamente negativa. El comunismo es la destrucción de todas las formas de dominación y explotación actuales. El comunismo se define por tanto como una serie de aboliciones: del valor, de las clases, de la opresión de género y raza, etc. Dicho de otra forma, del comunismo sólo tenemos una definición en negativo (sabemos qué es lo que abole, pero no qué aspecto concreto posee). En cambio tenemos una visión positiva del proceso de su producción: la medida comunista.

El carácter comunista de una medida proviene de su capacidad de reforzar la lucha contra el capital, siendo la expresión de su negación. Es por tanto una forma definida y concreta de plantear la superación del intercambio, del dinero, del Estado, de la jerarquía, de las distinciones de raza, clase, género, etc. La lista no tiene orden ni hace distinciones precisamente porque una medida comunista afecta a todo lo que constituye la relación social capitalista. Sabemos que el comunismo es la superación del intercambio, del valor, del dinero, pero no sabemos como funciona un mundo sin dinero, sin intercambio, sin valor. Sabemos que el comunismo es la abolición de las clases pero no sabemos como funciona un mundo sin clases. La medida comunista no responde a estas preguntas genéricamente, sino que intenta responderlas situándolas en el contexto de las necesidades de la lucha.

Gracias a la noción de medida comunista podemos entender que el comunismo no es algo que no sea tan extraño. El comunismo reposa en cosas muy sencillas que pueden existir en la actualidad: el compartir, la cooperación, la ausencia de roles y funciones socialmente atribuidas, las relaciones directas sin intermediaciones, etc. No obstante, las cosas que existen sobre una base secundaria no tienen el mismo sentido, cualitativamente hablando, que las que existen en su generalidad. El valor y cómo se ha transformado su naturaleza con la emergencia del modo de producción capitalista ofrece un ejemplo de ello. Por eso la noción de generalización es fundamental. Ningún contenido es en sí mismo comunista (mientras que en sentido inverso sí hay contenidos anticomunistas). Una misma medida puede ser o no ser comunista en función del contexto. Una misma medida no es comunista si permanece aislada pero puede serlo si logra generalizarse. Es importante comprender que una medida comunista aislada no es una medida comunista, así como que no puede romper por sí misma el aislamiento. Esa ruptura sólo puede venir de la toma de otras medidas comunistas por otros actores.

La generalización no puede por sí misma garantizar el carácter comunista de una medida. Una medida que no se generaliza o en todo caso que no conecta con otras medidas próximas, no puede ser comunista. Pero a la inversa sí pueden generalizarse medidas que no son comunistas. Naturalmente excluimos del análisis toda iniciativa que provenga del enemigo capitalista en forma de leyes, reglamentos, órdenes y control coactivo estatal. No obstante, del lado de la revolución hay contradicciones que son fruto de la segmentación multiforme del proletariado (la unidad que se crea en el transcurso de la lucha es siempre problemática y nunca está garantizada)  y de una situación de lucha que suele generar dinámicas contra-revolucionarias que reflejan la propia revolución, es decir que reflejan la generalización de las medidas. Por tanto, ninguna medida comunista lo es en sí misma, su carácter comunista le viene dado por su relación general con las luchas en curso. Algunas medidas poseen un carácter ambiguo durante el curso caótico y no normativo de la insurrección. Otras pueden ser comunistas en un momento dado y pasar a ser contra-revolucionarias ante la profundización de las problemáticas que emergen del derrumbe de la relación social capitalista. La revolución en la revolución podría manifestarse bajo la forma de enfrentamientos entre medidas comunistas y medidas que ya no lo son.

Medidas comunistas e insurrección son indisociables. Las medidas comunistas rompen con aquello que en el seno de la lucha de clases, permite la integración del proletariado como clase del capital. Rompen con la legalidad, con las instancias de mediación y con las formas de conflictividad que suelen ser permitidas. Podemos contar con que el Estado reaccione con la violencia y crueldad habitual.  Las medidas comunistas son una confrontación con las fuerzas coactivas, y la victoria sólo puede venir de su dinámica de extensión rápida.

Con la generalización de las medidas comunistas nos encontramos ante un punto de inflexión: la lucha ya no puede ser por la mejora o la conservación de la condición de clase, sino por la destrucción total del mundo capitalista convertido en enemigo a batir.  A partir de entonces, de entre todas las tareas para la realización del comunismo, las fundamentales son el enfrentamiento con las fuerzas estatales dedicadas a la defensa del viejo mundo y la destrucción de la estructura estatal.

Medidas comunistas y actividad

Nadie construye conscientemente el comunismo en su totalidad. Pero las medidas comunistas se toman con conocimiento de causa: su elección en el contexto de la lucha no puede ignorar que conducen a la destrucción de la relación social capitalista, y tal objetivo se convierte en dimensión de la propia lucha. Ciertamente, no hay ninguna separación entre las necesidades de la lucha y la construcción del comunismo. El comunismo se realiza en el contexto de la propia lucha. Pero la elección de una medida comunista considerada de forma aislada, no se impone a la lucha como la única solución posible: el comunismo no es lo que queda cuando no se puede hacer otra cosa.

El comunismo es producido: lo que significa que no es el resultado de un mero acto voluntario, ni tampoco de circunstancias que harían imposible cualquier otra posibilidad.  Cada medida comunista es el efecto de una voluntad particular. Tal voluntad no necesita ser la creación del comunismo en su generalidad, sino en su aspecto inmediato, local y eficiente para la lucha. Lo que significa que la adopción universal del comunismo como principio general abstracto no es una condición necesaria para la producción concreta del comunismo. Por otro lado, la actividad social que produce el comunismo tiene conciencia de sí. En un período de comunización donde se encadenan y generalizan las medidas comunistas, el esquema general de lo que ocurre se hace comprensible para todos.

Existen ciertamente “condiciones” para la producción de comunismo. Existe una lucha, que es lucha de clases. Ésta expresa por un lado la caducidad de la relación social capitalista y por otro su posible regeneración. Y al mismo tiempo, contenida en la negación de las formas sociales del capital, la posibilidad de su superación. La actividad de producción del comunismo debe comprenderse como una actividad, es decir que se trata de algo que no se deduce mecánicamente de sus condiciones. No hay necesidad en la lucha que se imponga a la producción de comunismo sin dejar otra opción.

La actividad es lo que hace efectivo el comunismo. Esta actividad, como medida comunista concreta, se percibe como voluntad, conciencia y proyecto (voluntad colectiva, recordémoslo). En cambio la generalización de la medida comunista sobrepasa la voluntad inicial, porque a pesar de ser la suma de las medidas tomadas, su conjunto desborda la voluntad de quienes han tomado las medidas comunistas.   Cuanto más intensa y productora de medidas comunistas diversas y plurales es la actividad, mayor es la probabilidad de que confluyan con las necesidades de producción general de comunismo.

Además, al ser una verdadera actividad modifica las condiciones bajo las cuales se desarrolla. Dicho de otra forma, cuanto más se realiza el comunismo, mayores son las posibilidades de su propia producción. Éste es el sentido certero de la noción de dinámica comunizadora. Las primeras medidas comunistas que se generalizan muestran por sí mismas la capacidad de ser medidas de lucha: pero al mismo tiempo abren la posibilidad de superación de las determinaciones de la propia lucha.  Medidas como compartir los recursos tomados del enemigo hacen posibles otras medidas como la satisfacción de necesidades.  Las medidas de cooperación local hacen posibles medidas de cooperación mayores.

Hay que insistir en la importancia estratégica de las primeras medida comunistas.  De su generalización rápida o al contrario, de su incapacidad de proporcionar respuestas adecuadas e inmediatas a los problemas de la lucha, depende que se genere una dinámica que convierta su crecimiento en motor de un crecimiento posterior mayor.    El papel de la teoría comunista es entonces fundamental. No para decir lo que hay que hacer sino para ser capaces de nombrar lo que se hace.

El error estaría en considerar cualquier práctica de lucha como una “medida comunista”.  Las medidas comunistas implican forzosamente una profundidad y una extensión en la lucha de clases mayor del curso habitual de las luchas.  Las medidas comunistas sólo cobran sentido en el contexto de una dinámica comunizadora que las lleve rápidamente a superar sus tímidos inicios.

Por definición, no es posible dar ejemplos de medidas comunistas  A lo sumo podemos enunciar algunas hipótesis si se entiende que no se trata de anunciar una profecía, sino de mejorar nuestra comprensión teórica del comunismo. Las hipótesis sobre las medidas comunistas se desprenden de la forma en que el período actual nos permite pensar el comunismo.  Estas concepciones tienen fecha de caducidad y están condenadas a ser superadas, como la época que las ha alumbrado.

Es sin duda comunista la medida tomada con el objetivo de apropiarse de los medios útiles para la satisfacción de las necesidades inmediatas de la lucha. Es sin duda comunista la medida que no reproduce los esquemas del enemigo durante la insurrección. Es sin duda comunista la medida que evita la reproducción durante la lucha de la segmentación del proletariado heredada de su atomización actual. Es sin duda comunista la medida que pretende acabar con la dominación de género y de raza.  Es sin duda comunista la medida que busca la coordinación sin jerarquización.  Es sin duda comunista la medida que tiende a liberarse de las ideologías que conducirían al restablecimiento de las clases. Es sin duda comunista la medida que anulase toda tentativa de restablecer entre comunidades el sentimiento mutuo de odio y separación.

Leon de Mattis

Link Colectivo Brumario – Traducción Las Medidas Comunistas Leon de Mattis